Querido lector:

La elección de Francisco Camps como presidente de la Generalitat valenciana estuvo marcada ayer por un antes y un después. El antes era saber cómo iban a comportarse los miembros de los denominados indignados del Movimiento 15-M después de los graves incidentes protagonizados el día anterior en Barcelona, precedidos, no lo olvidemos, una semana antes por otros altercados con la policía frente al palacio de Les Corts Valencianes.

Con un fuerte dispositivo policial en las inmediaciones del parlamento autonómico, los indignados, muy escasos, se limitaron a la consigna inicial: una protesta pacífica que no provocó ningún incidente.

El después ocurrió dentro. Las incógnitas eran saber, por un lado, las medidas que va a adoptar el president en el inicio de su tercer mandato al frente del gobierno valenciano y, por otro, el tono y la actitud de la oposición, principalmente por parte de Jorge Alarte, que se estrenaba como síndic del PSPV, tras unos resultados electorales que le han puesto al borde del precipicio y tras una legislatura anterior agria, dura y muy polémica, marcada por las acusaciones de corrupción.

A este respecto, a Camps se le ha visto confiado y fuerte, seguro de sí mismo tras la victoria electoral y tras solucionar después de ocho años al problema del zaplanismo alicantino. Ha prometido reducción del presupuesto para altos cargos y para entes públicos, la creación de una Junta de contratación y compras, exenciones fiscales y la centralización de tesorerías como primeras medidas, que supondrán un ahorro de 1.150 millones de incentivarán el empleo. Y en un guiño al ambiente generado por el 15-M contra el sistema electoral actual, propuso una más que improbable reforma electoral. El martes conoceremos más en profundidad las medidas y si acierta en los miembros del Consell para llevarlas a cabo.

Alarte, por su parte, también firme, dio un giro notable al tono opositor de su partido hasta ahora y aunque sin dejar de lado la corrupción, planteó una oposición constructiva pasa salir de la crisis con señaladas propuestas de acuerdo.

Analizados los dos, parece que no empezamos mal. Ja vorem. H