Querido lector:

El próximo martes el presidente de la Generalitat, Francisco Camps, elegido por tercera vez para que rija los destinos autonómicos de los valencianos, jurará el cargo, ofrecrá un discurso de investidura y dará a conocer seguramente a los miembros de su gobierno y la nueva estructura del Consell, adaptada a las nuevas circunstancias que marca una crisis económica como nunca habíamos sufrido..

A este respecto toda presión e influencia que se realice desde Castellón será poca a la hora de salir bien parados en el reparto territorial del poder ejectuvivo de la Generalitat. Si algunos políticos provinciales como Carlos Fabra han ahondado en la idea en los últimos días para la creación de un lobi castellonense que pudiera ejercer su influencia en los ámbitos de poder político o económico en todos los ámbitos a fin de favorecer a Castellón, estos días es el momento de ponerlo en marcha, aunque sea de forma desestructurada, en el objetivo concreto de la formción del Consell.

La provincia de Castellón necesita presencia en el gobierno valenciano para evitar la marginación e incluso la discriminación que hemos experimentado en los últimos años. Y a este respecto, toda presión es poca.

Se habla desde hace tiempo en los mentideros políticos de que los castellonenses Vicente Rambla y Manuel Cervera tendrán mucho peso en este Consell. Pero también es verdad que la división del PP en Alicante, solventada tras 8 años de guerras instestinas en favor del campismo, puede jugar en contra de Castellón por las compensaciones y los premios que Camps pueda dar y que Alicante siempre ha ostentado, junto al aparato de Valencia al que pertenece el propio president.

Esta vez debería tocar más a Castellón. La Comunitat iría mejor.