Cuatro años confundiendo el salón de plenos de la Diputación Provincial de Castellón con un estudio de televisión, buscando el mejor perfil para la cámara y la frase más redonda a la caza del titular periodístico del día siguiente, han llevado al socialismo castellonense al peor resultado de la historia.

Mañana Javier Moliner resultará elegido presidente de la Diputación Provincial de Castellón con el mayor margen en la historia de la institución, y uno de los tres mejores de España; dieciocho escaños para el Partido Popular, ocho para el PSPV y uno del Bloc.

El resultado es la conjunción de varios factores. En primer lugar mérito de los más de mil hombres y mujeres que conformaban las 135 candidaturas populares en sendos ayuntamientos, que permitieron al partido que preside Carlos Fabra Carreras hacer buena su milimétrica previsión de 100 victorias municipales, con 99 triunfos y el empate de mi amigo Salvador Ballester en Alcudia de Veo.

Segundo, el éxito electoral es fruto de la dedicación plena, buena organización y adecuada estructura territorial del equipo que han dirigido el propio Carlos Fabra, Javier Moliner, Marisol Linares, Francisco Martínez o Vicente Aparici, entre otros.

Y tercero y fundamental, el ya referido error de la oposición socialista, que abandonó el territorio provincial para conseguir minutos de pantalla. Solo así se explica que en hasta 30 ayuntamientos castellonenses el PSPV presentara candidaturas incompletas o de personas ajenas al municipio.

La socialista ha sido una verdadera deserción política, entregándose a la estética del corto plazo y abandonando el callado trabajo territorial que solo da fruto en el largo plazo. Solo así es explicable que en Villanueva de Viver el PSOE presentara una lista que ha obtenido cero votos, y en Palanques otra con dos candidatos que solo alcanzó un voto.

El efectismo y los fuegos de artificio tienen una vida efímera en la política, y por eso ahora, quién no está de baja médica, cuenta los días que faltan para intentar saltar a las Cortes Generales en la capital de España y alejarse así de un doloroso 18 a 8 de Castellón que pesa como una losa sobre la conciencia de sus responsables. Es el socialismo de salón. H