Querido lector:

Las playas de Castellón, todas las playas de la provincia, fueron ayer el vivo testimonio de la incongruencia del Gobierno. Ningún municipio hizo caso a la orden de “no autorizar el encendido de hogueras ni la celebración de concentraciones masivas en la ribera del mar”, que en forma de circular la Dirección Provincial de Costas envió a todos los municipios del litoral castellonense.

Ningún municipio ni ningún castellonense de los cientos de miles que coparon masivamente las playas hicieron caso a la orden y disfrutaron cumpliendo la tradición haciendo oídos sordos a las incongruencias de quien quiere modificar tradiciones por decreto, como, por desgracia, está siendo costumbre en los últimos tiempos.

Esperemos que ahora no comiencen a llegar multas a los ayuntamientos por permitir fiestas de Sant Joan. Primero porque las economías municipales no están para esos trotes y segundo porque no sería de recibo. Ya se nos ha quitado a turistas y castellonenses --y solo a nosotros porque en otras zonas los chiringuitos siguen igual o con más implantación-- la posibilidad de disfrutar de chiringuitos los días y las noches de verano en las playas tras unos años de persecución quasipolicial contra los empresarios que tenían la iniciativa y los ayuntamientos que lo permitían --y que todavía continúa por parte de técnicos de Costas-- como para que ahora también intenten privarnos de una de las fiestas tradicionales más emblemáticas como es la nit de Sant Joan con la burda excusa de daños en el litoral.

Podrá haber problemas de tráfico, problemas de orden público o de organización como en toda fiesta masiva, pero más daño hace la falta de política de regeneración de la costa castellonense, una de las más abandonadas de España.