O por lo menos así nos tratan desde la capital, a la vista de la nueva configuración del Consell de Francisco Camps. Aunque crea que, en estos tiempos difíciles, el gobierno debe estar compuesto por los mejores y más capacitados, no es menos cierto que el equipo de consellers está claramente descompensado con cuatro de Alicante, cinco de Valencia y una sola consellera, la hasta ahora alcaldesa de la Vall d’Uixó, Isabel Bonig, para Castellón.

Si me permiten la broma, tenemos una provincia virtual, con un aeropuerto sin aviones, bibliotecas sin libros y un Consell sin casi consellers de nuestra provincia. Vamos ¡una auténtica pedanía! Sin embargo, la nueva Conselleria de Infraestructuras, Territorio y Medio Ambiente tiene una importancia vital para el futuro de nuestra provincia, y por lo tanto bueno es que esté controlada por una castellonense.

Isabel Bonig tiene dos retos fundamentales. El primero, poner en marcha una reforma en profundidad del marco normativo territorial y medioambiental, que por su complejidad y excesiva burocratización tiene bloqueado incluso el desarrollo lógico y normal que exige nuestro crecimiento demográfico. Y para ello resulta absolutamente necesario un consenso entre todas las fuerzas políticas y los agentes sociales implicados (bancos y cajas de ahorros incluidos).

El otro es conseguir que la deuda histórica que tiene la Comunitat Valenciana con Castellón empiece pagarse, a través del impulso de los proyectos que desarrollarán turísticamente a nuestra provincia. A saber: la puesta en marcha del aeropuerto, la exigencia a Madrid de la A-68 por Morella hasta Vinaròs y los campos de golf. Ánimo, suerte e imaginación, Isabel. H