El populismo que se expande por el continente le está ganando el terreno al proyecto europeo. En su empeño de construcción de muros nacionales ha conseguido borrar la diferencia entre inmigrante y refugiado. Ahora, los líderes de la UE se han sometido a la voluntad de Sarkozy y Berlusconi para suspender temporalmente los acuerdos de Schengen sobre la libre circulación de personas. Falta por estudiar la modalidad y las circunstancias en las que se cerrará el paso y a quién, pero el presidente del Gobierno español explicó que será en ocasiones excepcionales, cuando haya desplazamientos masivos ante una gran catástrofe.

La Unión también necesita una auténtica política de inmigración y un incremento de las relaciones comerciales con los países del otro lado del Mediterráneo. La convención de Schengen ya prevé la suspensión del tratado cuando haya un riesgo para la seguridad. Al plantear nuevos casos de suspensión, los líderes europeos no hacen más que socavar uno de los grandes logros del proyecto europeo, el de la libre circulación de personas, y se alinean con los postulados del populismo en alza, en cuyo credo básico van de la mano antieuropeísmo y xenofobia.