No es justo. Los castellonenses tenemos legítimo derecho a aspirar a contar con las mismas infraestructuras que tienen el resto de los ciudadanos. Pero la realidad es que la provincia vuelve a verse de nuevo relegada en las inversiones del Ministerio de Fomento en materia de alta velocidad. Y ya van unas cuantas fechas. Después de muchas especulaciones y promesas electorales, el ministro Blanco --uno de los pocos que se ha dignado a visitar la provincia en clave oficial, no solo para asistir a actos de partido-- prometió una fecha, que cumplió. Pero llegó la crisis y, cuando las obras ya estaban licitadas, y algunas de ellas adjudicadas y en marcha, tocó meter la tijera. Y la metió por Castellón.

A cambio, prometió licitar el nuevo proyecto antes del 30 de junio, siendo uno de los primeros que se financiarían por el método público-privado, la fórmula que el Ejecutivo se ha ‘inventado’ con el fin de no computar como déficit para las arcas públicas.

Pero la realidad es la que es. En los últimos días, la secretaria ministerial de Infreastructuras ya lo había dejado entrever. Y los augurios se han cumplido. Mientras, otros proyectos sí reciben inversiones millonarias. Castellón necesita el AVE para impulsar su turismo. 60 kilómetros no pueden posponerse tanto.