Siempre he sentido una gran admiración por las políticas sociales de los países nórdicos europeos. Es un hecho que nunca he ocultado y que se ha visto reforzado conforme he profundizado en el conocimiento de los sistemas utilizados en temas como el incremento de la tasa de natalidad, mediante permisos de maternidad y paternidad lo suficientemente largos como para poder hacer frente a la crianza de los hijos, ayudas familiares y la asistencia a los ciudadanos ya jubilados y necesitados de una supervisión social, médica... Claro que estamos hablando de sociedades poco numerosas, entre cinco y nueve millones de personas, según el país, y con un alto nivel contributivo por parte de la ciudadanía, en su periodo laboral activo, lo cual permite llevar a cabo proyectos ambiciosos que dan como resultado un bienestar social de gran excelencia.

Nuestro país tiene planteada una situación que no admite dilación en cuanto a la resolución de problemas de máxima urgencia. La población española está envejeciendo a un ritmo importante. Nuestra Comunitat no escapa a este problema cual es la asistencia a jubilados y que por diversas razones necesitan de una atención permanente. Ingresar a un mayor en una residencia no es la solución en todos los casos. Además, no hay suficientes residencias dependientes del Gobierno autonómico para que la admisión sea posible. Se debería pensar en que los diversos organismos encargados del tema, estudiaran los casos para los que se debe pedir ayuda y tratar de prestar asistencia domiciliaria distinta a la que en la actualidad se canaliza a través de los entes municipales, por ejemplo. Algo hay que hacer para asistir adecuadamente a nuestros mayores. H