Hay veces que por el motivo que sea, salir de la rutina, alguna desgracia o simplemente por realización personal la gente se plantea dar un cambio radical a su vida.

Cada día se ven más ejemplos de gente que deja sus trabajos estresantes, posición, sociedad, y se va al campo o de misionero o donde quiera. Consiguen realizar grandes cambios, rompiendo hábitos y creencias. No hace falta algo tan radical, pero sí es bueno reflexionar y de vez en cuando introducir modificaciones de acuerdo a nuestra evolución personal. A veces hay que dar un golpe en la mesa y decir “hasta aquí hemos llegado”, ya no correr más para conseguir cosas o ir a ninguna parte, parar y disfrutar de lo que se haya conseguido, poco o mucho, intentar ser mejores personas y más felices, en ocasiones para ello hay que decidir cambiar de forma de pensar y actuar. Somos personas y tenemos raciocinio, si bien antes de bruscos cambios hay que tener las cosas claras, no podemos modificar por decreto toda nuestra personalidad, hábitos o valores, quizás sí intentarlo y seguro que si, alguno de ellos que es mejorable, como los cabreos absurdos, esas preocupaciones que te agobian o la falta de tiempo que dedicas a los tuyos. Esas pequeñas cosas son bien fáciles de cambiar con perseverancia y no importa la edad de cada cual, nunca es tarde para intentarlo, y si el mundo cambia y tú estás en él tienes que amoldarte para conseguir el equilibrio, sin que lo impidan los prejuicios, el miedo, la incertidumbre, una falta de seguridad o las convenciones sociales, si lo consigues la satisfacción es enorme.

El poder de las personas es muy superior a lo que podría pensarse, si se quiere cambiar se puede. H