Querido lector:

La época del ladrillo finalizó hace cuatro años en la provincia de Castellón. Sin embargo, muchos municipios con largas tramitaciones administrativas a sus espaldas para sacar adelante los planes de ordenación urbana, han insistido en ultimar y rentabilizar los trabajos de años de técnicos municipales y urbanizadores a fin de dejar aprobados PAI que en un futuro a medio plazo podrán desarrollar a fin de dotar a sus municipios de perspectivas turísticas.

En el caso de Benicàssim, de Torreblanca, de Peñíscola, de Vinaròs, de Alcalà-Alcossebre, de Moncofa... todos municipios turísticos que pelean todos los días este tipo de planeamientos urbanísticos frente a las mastodónticas y lentas administraciones autonómica y estatal a fin de poder eclosionarlos conforme la crisis vaya cediendo. Su objetivo es claro. Tenerlos preparados para atraer inversores, principalmente extranjeros, sostener la financiación de las empresas promotoras con cajas y bancos durante este tránsito y ponerlos en marcha cuando el sector de la construcción vaya comenzando a recuperarse y los mercados dejen de estar saturados.

Todos menos Burriana. Este municipio, otrora paradigmático en su afán por el desarrollo de PAI turísticos, se ha quedado en nada. No ha desarrollado ninguno, ni siquiera el PAI Sant Gregori que ha metido máquinas para desbrozar pero que ahí se ha quedado y menos el de Santa Bárbara Golf, que ahora anuncia que se va a pesar de tener un potente grupo inversor detrás y que carga las tintas, con un montón de propietarios colgados, contra la inoperancia del Ayuntamiento y especialmente de su alcalde, José Ramón Calpe.

Burriana, como muchos municipios está mal, pero peor estará si se le niega también el futuro.