Recientemente le concedieron un nuevo premio nacional a Quique (Enric Arenós), admirado amigo y colaborador gráfico de este mismo periódico, por su creativa producción en el campo del humor, ingenioso y original. Ello me ha sugerido este tema.

Se dice que la creatividad es una herramienta eficaz para hallar la solución a un problema, una ayuda esencial para adaptarse a todas las situaciones. Mucho hay de cierto en ello, pero surge la duda inmediata de si realmente la escuela --al menos la tradicional-- prima la creatividad o, por el contrario, pretende más bien que el alumno se adapte a las normas, pautas, reglas y guiones de la institución. En definitiva, que sea un escolar disciplinado y sumiso.

Sin embargo, la creatividad es esencial para la formación integral del alumno. Ella es la que cuenta con valiosos indicadores, tales como la originalidad, la iniciativa, la fluidez, el pensamiento divergente, la innovación, la invención... Factores sin los cuales el progreso sería imposible. Pero, me quedo con la duda de que la Escuela no suele --o no solía tradicionalmente-- propiciarla. Era una transmisión de saberes tendentes a lograr la estabilidad social, favoreciendo el pensamiento convergente para asegurar la continuidad de la institución, lo cual sofocaba esa originalidad en aras de una adaptación a lo instituido.

El problema no es baladí, pues está en juego la formación integral del alumnado. La historia, no obstante, ha presentado fórmulas diversas, escuelas y experiencias libertarias, anarquistas, etc., la mayoría con evidente fracaso. Unas teorías radicales, como es el caso de Iván Illich, han hablado incluso de la desescolarización, la supresión o muerte de la Escuela porque, entre otras cosas, afirman, los maestros se dedican a “reproducir” y no a crear.

Dicen que los conocimientos humanos se duplican cada diez años y hay que saber cambiar, innovar y adaptarse. Es probable --piensan-- que lo que hoy aprenden nuestros escolares no les sirva dentro de diez años, aunque la creatividad les ayudará, sin ninguna duda.

El problema surge cuando tratamos de conjugar la linealidad escolar (el orden) con la salida del marco (la libertad), sin dejar tiempo para la innovación, las ideas y el proceso creativo. H