Moviladicto o telefonitis. Eso es una patología, no les quepa duda. Cuando vas por la calle y todos los de tu alrededor están dale que te pego al teléfono móvil o en casa y tus hijos no paran de teclear, es como una película de terror de autómatas.

Los smartphones o teléfonos inteligentes como el Iphone o la Blackberry (que por cierto significa grillete), las aplicaciones de sms gratuitos y las engañifas de las compañías telefónicas, todas ellas, a las que solo les interesa sacarnos el dinero y que nos machacan a llamadas y ofertas, siempre con truco o falsedades, han convertido a la juventud y a parte de los adultos en enfermos dependientes y compulsivos, viven para el aparato.

Tecleando sin parar, haciendo fotos para colgarlas, trajinando, con los videojuegos, oyendo música, hablando. Si no lo hacen pueden tener palpitaciones, sudores, nerviosismo, irritabilidad y ansiedad, al hacerlo destrozan el idioma y su ortografía, olvidan lo que son las relaciones personales, pierden autoestima, se vuelven inseguros y agresivos, aumenta el fracaso escolar, disminuye la productividad laboral, su comportamiento se altera, se aislan y acaban volviéndose más solitarios. En definitiva, caen en un impulso incontrolable que se convierte en una adicción como cualquier otra.

Como todo problema tiene una solución, empezando por reconocerlo y tener voluntad de arreglarlo. Viene además bien la ayuda de nuestras familias y amigos y en caso extremo de profesionales. Un móvil es una herramienta útil, pero no algo de lo que dependamos y controle nuestra vida. Hay que resistir, hablar y comunicarse cara a cara, jugar, leer y ser más personas y menos maquinistas. H