Tenemos la suerte de contar en nuestra tierra con un gran número de elementos patrimoniales que abarcan desde el Medievo hasta la historia contemporánea más reciente, la Cartuja de Valldecrist que pudo sobrevivir a infinidad de avatares, desahucios y regresos de sus miembros y más tardíamente la invasión francesa, las continuas desamortizaciones del siglo XIX con la consiguiente venta de sus posesiones, las guerras civiles tanto del XIX como del XX, etc. Lo que hizo que quedara en un estado lamentable, hace algunos años se hizo un esfuerzo por dar a conocer a la sociedad su historia, pero no está tan claro que pueda superar la tan nombrada primera crisis económica del siglo XXI.

Alguno considerará que no es importante en este momento ocuparse de los restos arqueológicos, sino que es momento de darle manga ancha a los mercados para que nos sigan hundiendo en la deuda, paradójicamente la Cartuja ya fue víctima en el siglo XIX de unas emisiones estatales de deuda que primero les instaron a comprar a cambio de un interés que nunca recibieron y que a la larga les puso en el disparadero y el Gobierno requirió la venta de sus bienes tanto los muebles como los inmuebles, patrimonio nada desdeñable por otra parte, que sirvió para paliar en su furia a aquellos inversores que veían perder el interés de los vales reales de día en día y exigían una compensación económica o material, a cambio del apoyo político e institucional a los liberales del siglo XIX. Algunos de los bienes muebles se pudieron preservar de las ventas pero de los expolios, pérdidas o deterioros, aquellos que quieran ver parte de este legado que aún se conserva está en el Museo de Castellón.

Hace ya algún tiempo que se está poniendo de manifiesto el interés que despierta todo lo relacionado con esta Cartuja por la cantidad de actividades culturales que se están desarrollando y la acogida que tiene por parte de especialistas internacionales y nacionales acudiendo al entorno habilitado y viendo el esplendor que representan estos restos arqueológicos que sólo puede comprenderse con una explicación a aquellos que se acercan incrédulos o dubitativos al recinto.

Habrá quien piense que no debemos conmovernos porque los restos arqueológicos vayan pasando de un lugar a otro cuando molestan, pero sería mucho más práctico otorgarles un digno descanso en el lugar en que fueron hallados, para que puedan ser protegidas y disfrutadas por todos.

Gracias al esfuerzo de no pocas personas, más activa y directamente los habitantes del lugar por supuesto, un pueblo muy batallador Altura, con la Asociación Cultural Cartuja de Valldecrist al frente, reclamando a sus autoridades para que les devolvieran parte de su pasado más importante, por lo que significaba la Cartuja para el entorno y para la propia orden, consiguieron que se vincularan y recuperaron parte de los bienes inmuebles que se encontraban dispersos en manos privadas, pero en general bastante deteriorados por el uso dado al recinto cartujano. En el 2007 la Cartuja fue declarada BIC del pueblo valenciano. Un gran logro para el pueblo de Altura, pero esta distinción debería ser ampliada no solo al recinto sino también a todas las piezas obtenidas con las excavaciones arqueológicas que se encuentran en otro recinto del pueblo sin acceso al público en general. Con la compra de parte del recinto cartujano en el 2009 se consiguió que fuese de utilidad pública y es el momento en que mayores esperanzas se pusieron en diseñar propuestas globales para visitar y tematizar el conjunto monástico.

Hasta la fecha ha tenido poca proyección, por eso desde el 2010 se movilizaron de nuevo y se hizo un manifiesto para crear un museo en el municipio de Altura que contase con las piezas arqueológicas procedentes del monasterio situándolo y dotándolo de los elementos necesarios para su buen funcionamiento. Este manifiesto ha tenido gran acogida entre los expertos en el tema y también ha tenido adhesiones de organismos, departamentos universitarios y asociaciones culturales así como también de personales del mundo cultural, universitario así como de directores de museos y arqueólogos hasta agosto del 2011.

Debemos ocuparnos de rehabilitar el espacio, puesto que es el espejo de nuestra conducta pasada y debemos comprender la importancia de trasladar a nuestros descendientes cuales han sido nuestras reacciones ante las inclemencias de la economía y la historia, y aprovechamos este foro para pedir que se cree un Museo de la Cartuja de Valldecrist o en su defecto una colección museográfica permanente, para proteger los restos arqueológicos.

Las crisis van y vienen, son mucho más frecuentes de lo que la gente se piensa, pero las pérdidas de patrimonio arqueológico son irrecuperables. H