Querido lector:

El nuevo gobierno de Mariano Rajoy visto desde la perspectiva de Castellón y de la Comunitat Valenciana no presenta buenos augurios, si nos atenemos a un criterio de cuotas territoriales, que no es lo que ha primado en la decisión del presidente del Gobierno claramente.

Primero porque no hay ningún ministro valenciano. Ni González Pons (su no inclusión era uno de los asuntos más comentados ayer en Twitter, al que es hiper-aficionado), ni Federico Trillo (por si alguien lo considera valenciano) ni Manuel Cervera (el exconseller de Sanidad y diputado castellonense que aún podría optar a un cargo en los siguientes escalafones gubernamentales) han recibido la deseada llamada.

Sí la cogió José Manuel García--Margallo, que aunque iba en las listas por Valencia es un madrileño con una amplísima experiencia internacional, sobre todo europeísta, y que por alguna circunscripción importante debía ir. Con él, de cuota valenciana nada, salvo su amor tópico por la paella, por mucho que defendieran ayer este aspecto (no el de la paella, sino el de la valencianía) en sus primeras reacciones el president Alberto Fabra o el presidente del PP provincial, Carlos Fabra, que algo tenían que decir cuando no había nada que decir al respecto.

Y segundo porque precisamente el criterio seguido por Rajoy parece que ha sido el de la proximidad y afinidad interna con un equipo con el que ha trabajado en los últimos cuatro años y el de la experiencia, la confianza y el pragmatismo para la elección de algunas de las carteras más importantes del Ejecutivo.

En este sentido, no intuyo buena la elección de Ana Pastor para la Comunitat ni para Castellón en Fomento por su visión centralista declarada. Una característica, y espero equivocarme, nada favorable para la construcción del Corredor Mediterráneo y del AVE a Castellón, en el departamento que toca financiar ambos proyectos básicos.

No obstante, siempre queda la esperanza del segundo escalafón, a fe de muchos más importante que el ministerial. Ahí, la proximidad de Alberto Fabra con la nueva ministra de Sanidad, Ana Mato, incluso podría acercar a Manuel Cervera a una secretaría sanitaria. Vorem.