El proyecto de ley contra la piratería en internet, que en principio debía aprobar el Senado de Estados Unidos el día 24, ha movilizado a los partidarios de la mayor libertad posible en la red porque temen que la nueva norma se convierta en un instrumento de censura más que en una herramienta encaminada a proteger la propiedad intelectual y los derechos de autor. Al mismo tiempo, los editores, las industrias del ocio y las grandes compañías se han apresurado a apoyar a los promotores de la ley. En medio, Barack Obama, consciente de que una parte no pequeña de su electorado natural forma parte del grupo de los alarmados, ha preferido parar el proceso y buscar el mayor entendimiento posible antes de la votación.

Por si hacía falta algún ingrediente para calentar el debate, la versión inglesa de Wikipedia estará hoy fuera de servicio en protesta por el proyecto legislativo. El debate abierto en EEUU es tan necesario como el alentado en España por la ley Sinde. En ambos casos, la cuestión central es determinar qué límites hay que fijar a las descargas de archivos protegidos por la propiedad intelectual. Y cómo se aplica técnicamente la ley de tal manera que no encubra nuevas modalidades de censura.