La denuncia colectiva que llegó hace meses a manos del fiscal general de Estado para investigar el robo de 261 niños recién nacidos en clínicas y centros hospitalarios de España en las dos últimas décadas del franquismo y primeros años de la transición democrática no ha tenido el efecto esperado en la mayoría de casos.

Lo que pedían investigar a la Fiscalía, en el caso de Castellón en la persona de Juan Salom, no son cosas del pasado, que hay que aceptar para no reabrir heridas, como algunos han dicho de las víctimas del franquismo amontonadas en fosas comunes, sino cosas que afectan a personas todavía vivas a las que una actividad criminal les arrebató la madre, les quitó al hijo o les cambió el hermano, como han narrado en estas páginas de Mediterráneo varias de las catorce familias que han presentado la oportuna denuncia.

Ahora el fiscal Salom, después de horas de trabajo, seguro que se siente impotente porque tiene que archivar 13 de los 14 casos debido a que los cadáveres de dichos bebés, a pesar de que existen serios indicios de irregularidades, fueron trasladados hace muchos años a un osario del cementerio y no consta ningún registro del lugar exacto. Aunque antes de dar este paso definitivo debe cerciorarse de que no tiene más vías para explorar.

El Gobierno de Mariano Rajoy volvió a dar la campanada ayer a propósito de la privatización de AENA. No tanto por la sorpresa, dado que desde la oposición el PP ya había rechazado los plantes del anterior Gobierno, sino porque el anuncio del proceso de privatización abre muchas más incógnitas de las que cierra.

Uno de los principales errores del PSOE fue no contar con la posición del PP. Mientras Son Sant Joan y Manises, en territorios gobernados por el PP, se peleaban por entrar en el selecto grupo de los privatizables --Barajas y El Prat--, desde Madrid los populares criticaban el fondo del proyecto. Ana Pastor, la nueva ministra de Fomento, lo definió muy claramente ayer cuando aseguró que el modelo aeronáutico de su partido no es fomentar que los aeropuertos compitan entre ellos, sino al contrario: que luchen juntos contra la competencia extranjera. Ahí está la madre del cordero, porque la baja valoración de los activos de AENA y el mal momento elegido para privatizar son argumentos discutibles e incluso perfectamente asumibles. Se abre un escenario, aún no precisado en sus detalles, de marcha atrás, de involución respecto al que se había dibujado en el mandato del PSOE.