Sigo apostando por la tenacidad, el sentido de unidad nacional y la capacidad de sufrimiento del pueblo japonés.

¿Se acuerdan de mi amiga Sakura? Sí, aquella chica japonesa que desapareció durante unos días y luego reapareció, con motivo del tsunami en la costa noreste del Japón. Bueno pues, días pasados, el canal nacional de televisión en nuestro país, mostró las imágenes de los pueblos que fueron devastados y que en la actualidad aparecen libres de escombros en un alto porcentaje y en vías de reconstrucción.

Se lo comenté a mi joven amiga, vía internet, y aproveché para invitarle a las fiestas de nuestra ciudad. Me contestó que ella no estaba para fiestas pues, aparte de seguir viviendo en un albergue del Gobierno japonés, junto con cientos de refugiados, tenía que ayudar, en sus horas no laborales, a la comunidad para continuar con la ardua tarea de la reconstrucción de su pueblo. La casa de su familia desapareció con el impacto del tsunami. Un ejemplo a seguir.

En estos días de fiestas, me pregunto cuántas personas tratan de evadirse de los problemas que les agobian día tras día. Es el tsunami económico que ha impactado contra Europa y especialmente contra nuestro país, entre otros. El techo del gasto, con la reducción de 5 décimas, ha sido aprobado por el Congreso. Las elecciones en Andalucía y Asturias a la vuelta de la esquina. Juicios por causas vergonzosas a diestro y siniestro. Ese es el panorama en nuestro país, pero también en el resto de Europa, entre dimes y diretes, tienen lo suyo. Japón, a pesar del gran cataclismo, ha remontado su economía y sigue progresando mientras cura, una vez más, sus heridas, lenta pero eficazmente. H