Querido lector:

Permítanme que les hable hoy de un hombre al que ayer se homenajeó en la Universitat Jaume I de forma sentida y sensible, justa y merecida por su más que enorme esfuerzo y trabajo en favor de la comunicación, en favor de la Universitat y en favor de la sociedad de Castellón.

Me refiero al catedrático, profesor, comunicólogo entre mayúsculas y figura humanista donde las haya, Rafael López Lita, que falleció tristemente hace unos meses.

En el recuerdo que ayer hicieron de él sus compañeros, sus discípulos, sus colaboradores y sus amigos, ensalzaron sus virtudes, su carácter, su capacidad de trabajo, sus inquietudes, su lucidez intelectual, su solidaridad profesional desinteresada, su profesionalidad, su maestría investigadora, su emprendedurismo inagotable, su actividad contagiosa, su avidez vital... Un sinfín de características que este espacio no permite definir correctamente.

Pero desde la modestia del profesional de la información más elemental, les quiero únicamente esbozar un elemento que considero fundamental destacar desde la óptica castellonense, y por el que debemos estarle eternamente agradecidos. Y no es otro que haber sido el baluarte de la creación de los estudios de Comunicación (publicidad, audiovisual, relaciones públicas y periodismo) en la provincia de Castellón, gracias a los cuales centenares de jóvenes de la provincia y de fuera de ella pueden y podrán en el futuro acometer una de las profesiones multidisciplinares más apasionantes que existen.

La Escuela de Comunicación de la Universitat Jaume I se denominará a partir de hoy Escuela de Comunicación Rafael López Lita, la mayor de las justicias consigo misma y con la enormidad del trabajo del admirado y querido profesor.