Ayer fue el 29-M, el día de la huelga general en España, para mostrar el descontento de la ciudadanía por la reforma laboral y su repercusión en los intereses de los trabajadores.

Como siempre ocurre, la incidencia de la huelga ha sido mayor o menor según las zonas del país. Lo que está claro es que derecho al pataleo se tiene, pero el Gobierno español ha declarado que por mucha huelga que haya habido, la reforma laboral sigue adelante y sin un ápice de remodelación. Ahora, eso sí, con disposición al diálogo con las partes implicadas, pero, ¿para qué? Si todos ya sabemos que los recortes y sacrificios van a recaer sobre el pueblo formado por trabajadores cuyos salarios y derechos se ven cada vez más mermados sin duda alguna.

El bienestar social es algo que existió y que hoy en día se ve reducido a niveles de prestación prácticamente mínimos y con la amenaza de ir a peor.

¿Se pueden ustedes imaginar lo que sería uno o más días de huelga en España en donde los hospitales funcionaran a pleno rendimiento durante las 24 horas: consultas externas, quirófanos, servicios especiales tanto de prevención como de tratamientos paliativos, etc.? ¿O por ejemplo en una empresa, trabajar toda la plantilla en turnos continuos, provocando una superproducción de productos y un alto nivel de estoc que se elevaría cuanto más durase la huelga? En unos momentos tan difíciles para la economía española, una reducción de las listas de espera en los hospitales y una mayor producción industrial no nos vendría mal, si bien para ello, los trabajadores españoles deberían tener la mentalidad japonesa, ponerse un pañuelo blanco anudado en la frente y hacer una huelga a la japonesa. H