Vacío... es la palabra adecuada para describir la sensación que experimenta la mayoría de los españoles quienes, por una razón u otra, tienen motivos para estar preocupados por el qué será de ellos. Al paso que vamos, y con los recortes en todos los servicios públicos, sin excepción, los que ya hemos perdido a nuestros mayores, podemos asegurar que la calidad de vida que han disfrutado éstos en su última etapa no la tendremos los de mi generación. Y es más, está apareciendo en la sociedad española un nuevo síndrome, el de la culpabilidad por temas tan diversos como el que hasta el respirar el aire de nuestra tierra parece que vaya a ser limitado y sujeto a tasas de consumo. Reconozco que esto es una ironía, pero tiempo al tiempo.

Las noticias: es una sensación de ansiedad continua. Dicen: el país ha mejorado un poco, pero todavía no nos hagamos ilusiones, pero al día siguiente la bolsa cae a niveles mínimos y la prima de riesgo se dispara, con lo cual los inversores internacionales muestran su rechazo a comprar la deuda española o lo que fuere, no importando las condiciones ventajosas para ellos y asfixiantes para los españoles, que somos todos nosotros, no el Gobierno quien dice que las medidas son estrictamente necesarias y que ahora toca apretarse el cinturón. Señores del Gobierno español, una cosa es apretarse el cinturón y otra el no tener un mendrugo de pan que echarse a la boca.

Ah! se me olvidaba, alguien en el Parlamento Europeo ha manifestado que el Gobierno español debe olvidarse ya de la cantinela según la cual la culpa de todo la tiene el Gobierno anterior, que la crisis ha sido heredada y que a ellos, el actual Gobierno, les toca ser el abogado del diablo. H