Las licencias de obras nuevas concedidas por los ayuntamientos de los principales municipios de la provincia, incluida la capital de la Plana, se han desplomado desde el inicio de la crisis económica en Castellón. Los mayores ajustes se produjeron a partir del año 2007, aunque parecen no encontrar suelo puesto que la tendencia a la baja se mantiene tanto en la provincia como en el resto de la Comunitat. Y, lo que es peor, tampoco repuntan los permisos para intervenciones menores, relacionadas con las reformas y rehabilitaciones, que en teoría debían ser un salvavidas para el sector de la construcción y, por añadidura, para reforzar las ventas de cerámica.

Este ajuste en los permisos municipales para obras --hoy el periódico ofrece datos concretos de lo que respecta a Almassora-- afecta directamente a la recaudación a través del Impuesto sobre construcciones, instalaciones y obras (ICIO). Las arcas de los ayuntamientos han visto recortados de una forma notable los ingresos por este tributo desde el pinchazo de la burbuja inmobiliaria en 2008. Además, las obras de mayor envergadura, las que determinan la recaudación, son las que más se han reducido y el panorama de cara al futuro no es muy esperanzador. Por eso hay que buscar alternativas que pasan por el turismo.