Benicàssim es único. O, quizá mejor, única. Femenino universal para una ciudad que nunca dice la última palabra. Siempre abierta a sorprender. El paseo marítimo del Torreón marca un nuevo hito de calidad turística. Un nuevo punto de jerarquía urbana que refuerza el potencial de una oferta siempre dispuesta a crecer. Ubicado en uno de los enclaves más carismáticos del litoral castellonense, hemos logrado ensamblar toda la franja costera sin interrupciones. De norte a sur podemos transitar siete kilómetros junto al mar, atravesando todas las playas en un itinerario difícilmente comparable.

El proyecto presenta, entre otros atributos, un anfiteatro junto al mar para toda suerte de eventos culturales y artísticos. Siguiendo las coordenadas del conocido barranco de Fartxa, ramifica con una original pasarela hasta la trama urbana del pueblo conformando un recorrido peatonal. Un barranco que fue objeto de un proyecto de remodelación pagado íntegramente por el anterior gobierno de la nación. Como todo.

En definitiva, una nueva obra que vuelve a situar al ciudadano, a las personas, en el centro de todas las cosas. Es el Benicàssim peatonal, ciclístico, humano y humanizado. El Benicàssim amable que muchos soñaron. El proyecto responde a un modelo y a un patrón urbanístico y turístico del que nos sentimos muy orgullosos. Con este paseo Benicàssim es más fuerte que antes. Añadimos valor al espacio vital, somos un destino más competitivo. Hemos invertido en belleza y en las personas.

Ideado, proyectado y presupuestado, hasta el último céntimo por un Gobierno socialista, es una realidad que sabemos agradecer. Como todas las obras públicas de envergadura, no fue fácil. Lo peor, siendo complicado, no fue la definición de un diseño avanzado o la apuesta por una nueva movilidad que no prioriza el vehículo individual. Lo más duro de todo fue, sin duda, sobrevivir a las restricciones y recortes de una crisis sobrevenida que se llevó por delante miles de obras públicas en toda España. Supimos y pudimos mantener nuestra reivindicación en medio de un tsunami que todavía dura. Cumplimos con nuestro deber que no era otro que traer inversiones, recursos y mejoras para Benicàssim. Ahí es donde reside la gracia de estar en los sitios para ayudar a tu pueblo y a tu gente.

Este es un buen ejemplo. El mejor ejemplo. Una inversión pública que tira de la economía y del empleo. Una inversión pública que contribuye a mantener las constantes vitales mientras el pulso privado encuentra motivos y crédito para reactivarse. Una inversión que, además, nos permitirá salir más fuertes como ciudad turística el día que escampe esta crisis tan dura. Insisto, hoy, tal y como anunciamos, Benicàssim es un destino donde la belleza desborda más que antes. H