Querido lector:

Es muy complicado hacer ver al ciudadano de a pie la necesidad del rescate a la banca española. Y mucho más al ciudadano que las pasa canutas para llegar a fin de mes o al parado que ni llega o a las familias que deben acudir a los servicios sociales para sobrevivir. Máxime si constantemente están comprobando lo desorbitado de las cantidades de las indemnizaciones, jubilaciones o compensaciones con las que se han autodotado muchos de los responsables bancarios de las entidades que ahora precisan ser rescatadas o ayudadas a sanear sus cuentas.

Es tan complicado que se hace imposible sin la adopción de medidas ejemplarizantes para los que no han gestionado bien esas entidades, aunque haya sido en un contexto donde erró todo el conjunto de la economía y la sociedad española en un boom imparable de crédito y financiación fáciles. Y que se hace imposible también sin las explicaciones necesarias y constantes del porqué de las cosas y del porqué de las medidas adoptadas, cuestión que parece ser baladí para el actual Gobierno de Rajoy.

Los mecanismos de la justicia, aunque lentos, estoy convencido de que funcionarán. Y las querellas o denuncias contra estos gestores, la mayoría de entidades intervenidas, seguirán adelante y serán obligados a enfrentarse a sus responabilidades. Pero también estoy seguro de que esto no será suficiente.

Al ciudadano hay que decirle que sin sistema bancario sano, no es posible una economía sana y por tanto una reactivación económica. Y que ahora es el momento y la oportunidad de reestructurar el sistema viciado y reformarlo hasta reconvertirlo en operativo y, al tiempo, útil. Pero eso sí, explicando el por qué de esta prioridad y señalando que los culpables deberán pagar.