Querido lector:

La provincia de Castellón cada vez tiene más puntos negros en su red viaria, la mayoría en la tercermundista carretera N-340. Según adelanta hoy el diario Mediterráneo, sumamos tres nuevos puntos negros precisamente cuando debemos recibir clientes, la mayoría turistas nacionales que acuden a nuestras costas por carretera, en la principal época turística del año, en verano; de cuya dependencia vive prácticamente este sector clave de la economía castellonense todo el año y en una de las zonas de acceso y tránsito más importantes, la zona de Vinarós-Benicarló-Peñíscola.

Son tres nuevos puntos negros, es decir, tramos muy peligrosos donde se han producido o se pueden producir accidentes de tráfico, que se circunscriben casi exclusivamente a los tramos de la nacional 340 en la zona de Vinaròs-Benicarló y a los accesos de la N-340 hacia Peñíscola, la primera con las obras de construcción de la variante al ralentí varios años y la segunda con un proyecto que nunca comienza.

Es decir, Castellón, cuya economía quiere basar gran parte de su futuro en el turismo y que está esforzándose en la promoción de su marca y productos turísticos en todos los ámbitos, nacional y extranjero, presenta unas vías de comunicación tan defectuosas que por sí mismas dificultan esos fines.

La razón es fácilmente perceptible. Nuestra provincia ha carecido del interés de las administraciones públicas, tanto del Gobierno central como del autonómico, por invertir seriamente en planificación, vías de comunicación y territorio para favorecer esta industria. Y si así ha sido en la última década, las perspectivas para los próximos años en el marco de la grave crisis económica, son aún peores. Ni un euro en carreteras. Así nos va.