No me parece mala la idea de conceder la residencia en España a cambio de una escritura de propiedad de una vivienda, a compradores extranjeros, por un valor superior a 160.000 euros.

La fórmula no es nueva. Hay países que ya la practican desde hace tiempo. Macao lanzó la idea y la puso en práctica y China continental se dio cuenta de lo que ello podía significar a nivel económico y libertad de movimiento para los compradores chinos y dictó unas normas que restringían las visitas de los propietarios de viviendas en Macao, la ciudad-estado hasta el año 2049, donde abundan casinos de juego, el Jai alai (la pelota vasca), carreras de coches de fórmula 1 y de galgos.

China que es, en este caso, el país emisor de turistas y residentes, el de “un país y dos sistemas”, se percató de la avalancha existente de compradores de viviendas y turistas que, desde la China continental, pasaban largas temporadas en Macao y los que eran propietarios en Macao, viajaban por el mundo con el documento de residente de esta excolonia portuguesa. Además, las apuestas están prohibidas en China continental. Pronto Pekín instrumentó el sistema para frenar la salida masiva de ciudadanos. Más tarde, el gobernador de Macao anuló la concesión de residencia a cambio de la compra de una vivienda.

No es el caso de España o, al menos, eso espero. Pongámonos manos a la obra. A vender viviendas y recuperar dinero. Las nuevas burguesías de países como Rusia, India, los Emiratos, etc., deben ser objeto de nuestras acciones comerciales. Además, cada día, España va a tener menos habitantes, el año próximo ya se prevé una caída. El hombre y sus circunstancias. H