Las grandes posibilidades que ofrecen las tecnologías de la información tienen atrapados a nuestros jóvenes. Es lógico que cause cierta alarma entre los padres, fundamentalmente si estos no están familiarizados con la oferta que internet lleva hasta nuestras casas a través de dispositivos cada vez más pequeños y manejables. Sin embargo, los datos apuntan que no existe un problema social en este aspecto, por llamativa que sea la adicción de los adolescentes a la pantalla. Aunque los estudios de la UE dicen que en los chicos españoles de entre 14 y 17 años se produce un uso abusivo del ciberespacio, no parece que el dato sea más alarmante que el constata que pasan más de dos horas diarias delante de la televisión.

El verdadero problema que internet puede crear es semejante al de la televisión, con la diferencia de que las nuevas tecnologías permiten una interacción que el tubo catódico no puede ofrecer. Colgarse del ciberespacio y los videojuegos puede aislar a las personas, como hace la televisión actualmente. Y también puede ir un poco más allá, es decir desde la inhibición pasiva a la adopción de falsas identidades en las redes. Pero la dimensión del problema, si existe, la veremos cuando las generaciones que han nacido con internet sean las troncales de la sociedad.