Siete y media de la mañana. Tras ocho horas de sueño y una ducha, me dirigí hacia la nevera con ganas de hacerme un recio desayuno. La verdad es que la nevera de un soltero solo se manifiesta radiante al día siguiente de hacer la compra gorda mensual. Luego, como los árboles en otoño, van perdiendo su lustre poco a poco, de manera casi imperceptible hasta que, en días como hoy, parece una radiografía: medio limón, un huevo, unas verduras irreconocibles y un trozo seco de queso…

Abrí el armario de “urgencia”, donde guardo un poco de cada cosa para situaciones como ésta. ¡Bien! a la derecha leche, a la izquierda huevos y en el centro nada. Busqué un poco más, y a la izquierda de la izquierda, había un paquete de pan de molde. Un acto reflejo, me hizo pegarme un trago de la botella de leche de la derecha. ¡Qué horror, estaba podrida! Miré la fecha de caducidad y vi: que estaba envasada por Bárcenas S.L. --Productos Perfectos-- en Suiza, hacía 22 millones de días. Me enjuagué la boca y, al ir a prepararme unos huevos --revueltos-- de la izquierda, comprobé que, además de estar recogidos en la granja Cooperativa Rubalcaba --Proyectos Serios Oxidados Expectantes--, estaban todos huecos… Me tuve que conformar con unas rebanadas del pan de molde que estaba a la izquierda de los huevos de la izquierda y que solo le faltaba poco para caducar, fabricados por Industrias. Unidas.

Luego me fui al Café.net de Moncofa y me casqué un bocadillo de besugo con olivas rellenas y un cortadito de dos leches. Todo con productos caseros de otra prestigiosa marca. H