De nuevo iniciamos un curso político. Ahorro al lector repetir la situación del sistema educativo, de la sanidad o de la dependencia en Castelló, con listas de espera y deudas generalizadas a personas e instituciones. Baste como imagen recordar al president inaugurar un centro escolar en la Ciudad de Castelló: la sustitución del colegio público Benadresa por aluminosis del antiguo. Era la única (¡) inversión educativa puesta en funcionamiento en toda la geografía valenciana.

Anteayer, el conseller Moragues detalló el panorama desolador que vivimos. Aun tenemos 5.000 millones de deudas con acreedores, las famosas facturas en el cajón, a pesar de haber pagado ya, con créditos concedidos por el Estado, casi 11.000 millones de euros. En este momento la deuda de la Generalitat es de 30.000 millones de euros, una friolera de 5 billones (con b) de las antiguas pesetas. Como imagina, lo más grave es que ingresamos cada año cinco mil millones de euros menos de los que gastamos. Estamos intervenidos y en la quiebra más absoluta.

Permítame que contemple el próximo futuro al que nos enfrentamos. Este octubre, por fin tras nueve años, llega el juicio oral de Carlos Fabra. Por su dilatada etapa de máximo dirigente político del PP y por su carácter, ha ocupado cualquier espacio social público, de manera que su responsabilidad incluye el liderazgo local y provincial, relegando a la mayoría de líderes empresariales o institucionales al papel de testigos o compañeros de viaje. Por eso el gran fracaso de su política no solo se ciñe a su persona, es el fracaso de la política institucional que nos ha conducido a la quiebra del sistema. Si ya en el pasado algunos pensaban que el modelo que desde 1995 había implantado era un modelo insostenible, hoy es meridiano el gran error de basar nuestra economía a la ocupación masiva de suelo para segunda residencia, o priorizar las inversiones a grandes eventos, o la implantación de una docena de campos de golf, parques lúdicos o el aeropuerto para potenciar el turismo.

Esta semana hemos visto desmoronarse el bastión más querido de su quimera. No ha resistido ni siquiera el campo de golf que presidía: una deuda millonaria, un desbocado déficit y el nulo acceso a créditos, lo han abocado a la quiebra y forzado su venta. Imagina ¿qué hubiera pasado con 12 campos de golf, o el Waterfront o Mundo Ilusión? Beneficios en su construcción para unos afines y deudas millonarias asumidas entre todos. Ese modelo tan aplaudido por la patronal castellonense es el que políticamente faltará juzgar, con independencia de su situación personal, en un futuro. H

*Secretari general local del PSPV-PSOE de Castelló