Los centenarios son una buena ocasión para valorar las instituciones ya que estas conmemoraciones nos ayudan a profundizar en su pasado, a reflexionar sobre su presente y a proyectarlas hacia el futuro.

Estos días se cumplen tres siglos de la creación de la Real Academia Española (RAE). En 1713 un grupo de eruditos, con el Marqués de Villena al frente, comenzaron a reunirse a fin de redactar un buen diccionario de la lengua española.

Si el propósito inicial de la RAE fue el de “fijar las voces y vocablos de la lengua castellana en su mayor propiedad, elegancia y pureza”, la institución se ha ido adaptando a los nuevos tiempos y actualmente su misión es “velar por que los cambios que experimente la lengua española en su constante adaptación a las necesidades de sus hablantes no quiebren la esencial unidad que mantiene en todo el ámbito hispánico”.

En la evolución de la norma ha sido determinante el espíritu panhispánico y aperturista que ha presidido su actuación. Ya en 1870 se establecieron diecinueve academias hispanoamericanas a las que más tarde se sumaron las academias filipina y norteamericana, y en 1951 se fundó la Asociación de Academias de la Lengua Española. Las nuevas tecnologías han sido decisivas en el trabajo de la RAE, que prepara sus obras de referencia en total coordinación con las veintiuna academias restantes.

Quiero destacar la labor encomiable de los últimos directores de la institución, Víctor García de la Concha y José Manuel Blecua y de quien ha ocupado la Secretaría General de ASALE desde 1994, Humberto López Morales. Sin la política lingüística panhispánica militante y activa que ha presidido el día a día, sin su generosidad y su amplitud de miras, la norma del español sería hoy, sin duda, diferente.

El consenso, el rigor y el respeto a la diversidad en el seno de la Asociación de Academias se han plasmado en las obras que se han publicado en los últimos años: la vigésimo segunda edición del Diccionario (2001), el Diccionario panhispánico de dudas (2005), la Nueva gramática de la lengua española (2009) y la Ortografía (2010).

El tricentenario es un buen momento para ponderar públicamente el trabajo de la RAE, que merece el respeto y el reconocimiento de todos los hispanohablantes. La Academia celebra sus tres siglos de existencia con un programa de actos y actividades austero pero al mismo tiempo digno y a la altura de su grandeza. Tenemos la oportunidad de acercarnos a esta institución tan querida, de reconocer la dedicación de los académicos que han pasado por ella y de rendir homenaje a la lengua española. H

*Diputada PP en el Congreso