Querido lector:

Que a nadie le sorprenda que no haya habido consenso ante la propuesta lanzada por el presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, para sumarse al Acuerdo de la Sociedad Civil por la Comunitat Valenciana que se escenificó el pasado jueves, no en Fredes o en Villena, sino en la Valencia central de la Ciudad de las Artes y las Ciencias.

El contexto de la vida política y social de la Comunitat lo impide. No me imagino, desde luego, al PSPV, a EU o a Compromís asistiendo al evento junto al PP cuando esa misma mañana se ponían a caldo en el parlamento autonómico en una materia tan sensible y tan fácil de consensuar por evidente como es la infrafinanciación de la Comunitat.

En la acusación de los tres partidos de la oposición a Fabra por considerar el acto como el inicio de la carrera electoral está la clave. ¿Cuándo se ha visto que en confrontacion electoral haya habido un tema de consenso en esta Comunitat? Creo que no me equivoco si digo que nunca. Y así es el ambiente político valenciano ahora y prácticamente desde el inicio de la legislatura: de confrontacion electoral permanente.

Y si esto es tal cual lo describo, lo mismo ocurre en el ámbito social. La adopción de medidas de recortes y de reducción del gasto público por parte de la Generalitat en los dos últimos años ha creado un clima de protesta y crispación entre los colectivos afectados que les imposibilitan cualquier sintonía de consenso, aunque sea tan programáticamente defendible por todos como es la letra del mencionado Acuerdo de la Sociedad Civil.

Sindicatos y universidades en su papel de agentes sociales mejor engrasados reflejaron el sentir de otros colectivos afectados. Los primeros con un poso de decisión más político y los segundos, aunque apoyando el fondo de la cuestión, con un argumentario alternativo.

Así las cosas, el apoyo fue exitoso y le permite a Fabra un recorrido interno indudable en su partido, en sus respaldos sociológicos y frente al Madrid de Rajoy y Montoro, que buena falta nos hace.