Nadie puede dudar del éxito del cigarrillo electrónico. Situado en la frontera entre la moda y el negocio, parece que se va a convertir en el regalo estrella de estas Navidades. El sistema lleva tres componentes: batería, atomizador y un depósito donde se vierte el líquido inhalador que se gasta conforme se inhala. Los hay de diferentes sabores y con más o menos nicotina. Se supone que con el paso del tiempo se va reduciendo la dosis de nicotina hasta llegar a aromas libres.

Vaporear es la forma recomendada para referirse a la acción de aspirar y despedir vapor. La RAE recoge el verbo vaporear con un significado cercano a exhalar vapores, de modo que el uso de este verbo en el contexto de los cigarrillos electrónicos puede considerarse dentro de esta acepción. Muchos médicos no confían en esta nueva solución antitabaco, pues se cree que el calentamiento para producir el vapor provoca alteraciones en las vías respiratorias y cáncer. El Gobierno aún no ha dicho nada al respecto, pero ante la expansión del fenómeno parece que se tiene la intención de regular su consumo. Todo esto está por ver. Lo que sí es una evidencia es que los riesgos asociados al tabaco son mayores cuanto antes se inicie la costumbre de fumar. El 30% de los adolescentes fuma, lo que se convierte en un problema muy grave, pues como su cerebro todavía se está desarrollando, los efectos adictivos de la nicotina son devastadores. La prevención es la mejor solución. H

*Psicólogo clínico