Aquella frase tan absurda y gráfica de Rajoy dirigida a Camps “yo estaré siempre a tu lado, delante, detrás, donde tú me digas”, pronunciada ante todas las televisiones, nos fue vendida como la confirmación de la influencia valenciana en Madrid, hecho providencial, decían, para los intereses valencianos. Un poco antes nos embriagaban con la cercanía de Aznar y la notoria influencia de Fabra, materializada con el regalo de un óleo de Ripollés. Al aceptarlo Aznar y para orgullo castellonense aseguró que colgaría en la Moncloa para recordarle esta laboriosa tierra, que anteriormente le había facilitado la casa veraniega de Soriano en Orpesa para pasar su descanso anual.

Ese poder valenciano estaba construido sobre marjal. Tenía los pies enfangados y minúscula solidez. Canal 9, gracias a su propaganda sistemática, podía embrutecer el entendimiento, pero cualquiera, a poco de querer mirar, detectaba el sectarismo y la corrupción, la incompetencia y la arbitrariedad. Visto con la distancia, asombra comprobar la mediocridad de la clase empresarial y financiera castellonense. Creían a pies juntillas en que el cordón umbilical Fabra-Zaplana primero y Fabra-Camps después, les abriría las puertas del paraíso.

Ese poder en Madrid era el mensaje propagandístico diseñado para adormecer el cuerpo social valenciano. Por fin se reconocía nuestra valía. Los primeros convencidos fueron los dirigentes empresariales. Tenían en sus manos los destinos de Bancaixa, la CAM. los puertos, las empresas públicas, RTVV, la Feria de València, la Sociedad de Garantías Reciprocas. Esta casta empresarial que ya dominaba estructuras como el Banco de Valencia, las Cámaras, las Mutuas, y muchas instituciones de la Generalitat no solo creyó rozar el cielo, entendieron que era propiedad de ellos. No en balde ni los propios dirigentes políticos que ellos alimentaban, “sabían a cuantos habían colocado” en frase feliz fabriana.

Ahora vemos el esqueleto del edificio que el PP ha construido. Las cajas al garete, con dirigentes deshonestos e incompetentes. El Banco de Valencia a la ruina, y con 6.000 millones derrochados en inversiones caprichosas que hemos pagado todos. La Sociedad de Garantía Recíproca en bancarrota. La Feria de Valencia con deuda de 600 millones. La RTVV con deudas de más de 1300 millones de euros. Una inmensa ruina. Y la casta empresarial, continua en sus puestos, como si no hubiera pasado nada. Lector, qué espectáculo de mediocridad provinciana y qué vergüenza ajena nos ha tocado vivir. Qué dirigentes más desvergonzados e irresponsables han guiado la sociedad. H

*Secretari general local del PSPV-PSOE en Castelló