El homenaje que desde 1996 venimos rindiendo con carácter anual unos cuantos castellonenses a quien fuera hijo predilecto de la capital de la Plana, arcipreste de la hoy concatedral de Santa María algo olvidada y cuya ejemplaridad no nos vendrá mal recuperar en las actuales circunstancias sociales y económicas.

Las preocupaciones sociales de Cardona Vives, su inquietud cultural, el uso que hizo de su influencia política, la distribución de su riqueza y el talante abierto y dialogante que delata el aprecio que al final de sus días le tenían miembros de fuerzas políticas marcadamente anticlericales, podrían hacernos pensar que fue tal vez precursor en nuestra ciudad de un catolicismo de corte social surgido al socaire de la revolución liberal, pues todo hace pensar que no debió defenderse mucho Cardona Vives de los principios y el espíritu liberales, a pesar del rechazo que estos despertaban entre buena parte del clero católico de la época y del vehemente espíritu antirreligioso de muchos progresistas de entonces.

Cardona Vives un espejo en el que mirarse y recuperar el verdadero sentido del servicio sacerdotal, un sentido que el mismo papa Francisco ha querido recordar en los últimos meses advirtiendo que la predicación del Evangelio ha de llegar a la vida cotidiana y que los pastores han de “oler a oveja” y han de “ir a las fronteras” del pensamiento y a “las periferias” del ser humano. H

*Promotor del homenaje anual a Cardona Vives