Todo el mundo quiere ser periodista, uno de los oficios más antiguos puesto que los episodios bíblicos, por citar un ejemplo, ya fueron periodismo. La vocación periodística es discutible. Ser torero o médico requiere de una mayor voluntad y valentía por parte del individuo. Eso sí es vocación y no cubrir una rueda de prensa. Además, la actividad periodística se ha degradado con las redes sociales, donde emerge un nuevo profesional del periodismo que puede ser cualquier político que se erige en líder de opinión. La consecuencia es que rebajan el periodismo y la política, porque la democracia está depositada en el parlamento y no en Facebook.

El periodista que ha recibido una formación académica específica y reglada en una facultad está en crisis. El profesional del periodismo o, tal como lo definía un ex director de periódico, el vendedor de noticias, dejará de existir si los periodistas, como ocurre, se obsesionan por ser sujetos de la noticia, porque entonces ocurre que la realidad se deforma. Quien cuenta un cuento no puede salvar a caperucita. Hay que saber ser periodista porque no se nace ni se hace uno mismo, sino que, como hace el cirujano con el bisturí, aprende una serie de técnicas encaminadas, fundamentalmente, a buscar la verdad de los hechos. Pero, sobre todo, a saber apartarse de los focos. H

*Periodista