Querido lector:

Después de tres años al frente de la Generalitat y del PPCV, Alberto Fabra ha logrado unir formalmente por fin al PP bajo su disciplina. Eso sí, una unión enhebrada con un hilo demasiado fino y forzada por dos ideas tractoras. Por un lado, la inminencia, y por tanto urgencia, de unidad política ante las elecciones autonómicas y municipales. Y por otro, el agravio del Gobierno de su propio partido hacia la Comunitat con la negativa de un cambio de modelo de financiación autonómica que permita a Consell, diputaciones y ayuntamientos, la inmensa mayoría en manos del PP, la acción política necesaria para revertir lo que parece un cambio de ciclo abocado hacia gobiernos de coaliciones formados por partidos ahora en la oposición en muchas de las administraciones, Generalitat, capitales y ciudades importantes incluidas.

Fabra ha logrado atravesar más de tres cuartas partes del delgado alambre sobre el abismo político de esta legislatura gestionando divergencias internas causadas por su línea roja contra la corrupción fraguada con Camps, la limpieza campista efectuada en la administración, los recelos y traiciones constantes de los capitostes valencianos (Barberá y Rus) y las políticas de ajustes y restricciones económicas obligadas por la herencia de Camps que dejó a la Comunitat en quiebra y en rescate permanente desde Madrid. Todo ello y mucho más con un exiguo apoyo de Rajoy, con la desconfianza plena del PP nacional, con una oposición desaforada y radicalizada que tras 20 años de mayoría del PP percibe el cambio de ciclo y con una crisis económica que deja niveles de paro y descontento social nunca vistos en la Comunitat.

Pero la unidad interna y la reivindicación unánime de financiación se antojan insuficientes para el último cuarto tramo de alambre de Fabra si no hay dinero. La ligerísima reactivación no será suficiente para revertir la situación si Rajoy da la espalda. Y el jueves volvió hacerlo. Montoro negó cambios en financiación y huyó de los mil millones del imaginario fondo de compensación que pidió el conseller Moragues.