Miley Cyrus ha actuado estos días en España. Comenzó su carrera como dulce niña Disney interpretando a Hannah Montana. Al cumplir los 18 decidió cambiar su imagen angelical para convertirse en el símbolo de la provocación y la depravación induciendo, tanto en sus canciones como en sus actuaciones, a sus seguidores a la promiscuidad sexual y el consumismo. “Siento como si finalmente pudiese ser la zorra que realmente soy”, declaró cuando se produjo su metamorfosis. Toda una declaración de intenciones. En su espectáculo Bangerz Tour, su indumentaria se reduce a un colgante en forma de hoja de marihuana y una sugerente ropa interior. Miley ha decidido dar un paso más en el mal gusto y la vulgaridad realizando una felación y simulando después una relación sexual con un muñeco hinchable situado en el escenario. Otro número que no falta en sus conciertos es el de acercarse al público para que este pueda tocarle sus piernas y su vagina por encima de la braguita. Decadente.

La cantante de 21 años se defiende de las críticas argumentando que aún está creciendo, pero lo cierto es que estos escándalos seguro que son parte del márketing de la estrella. Con todo, corre el riesgo de seguir los pasos de otras estrellas caídas como Lindsay Lohan o Britney Spears. Puede que Miley esté ya en ese camino, pues un cantante no puede tener más tiempo la lengua fuera que dentro de la boca. H

*Psicólogo clínico

(www.carloshidalgo.es)