En un anterior artículo mostraba mi satisfacción por participar en una iniciativa propuesta al Ayuntamiento de Castellón para que los alumnos de ESO y Bachillerato de la ciudad conocieran cómo se fraguó la democracia local, es decir, quiénes protagonizaron desde el edificio municipal de la Plaza Mayor la transición política en nuestra ciudad. Más que nunca, es el momento de que nuestros gobernantes elegidos por los ciudadanos sepan adoptar las mejores decisiones que conduzcan al bien común. Por eso, es positivo que las generaciones que en breve podrán disfrutar del derecho al voto, la principal concesión de un sistema político cimentado sobre la soberanía popular, conozcan la historia reciente no sólo de su autonomía, país o continente sino también de Castellón, porque les permitirá valorar más y mejor las reglas de juego que los españoles nos otorgamos desde la Constitución promulgada en 1978. Si miramos por el retrovisor nuestro pasado, el esfuerzo colectivo ha merecido mucho la pena.

Agradezco la respuesta de los centros de ESO y Bachillerato de la capital que han dado su visto bueno para que el conocimiento de la democracia más inmediata, la local, entre en las aulas. Para mí, es una enorme satisfacción como periodista y conocedor de la época aportarles mi conocimiento. H

*Periodista