Para los psicólogos que nos dedicamos a la Clínica se hace necesario tener en cuenta la psicología del autoengaño pues, con frecuencia, muchos síntomas que presentan los pacientes están ligados a este proceso. Como es obvio, el autoengaño se define como el acto de mentirse a uno mismo. Una de las claves que mejor explica el autoengaño es considerar que la información es verdadera pero dolorosa, por lo que se excluye de la conciencia y relegada al inconsciente, creando un punto ciego. El concepto de punto ciego surge a nivel fisiológico.

Así, en la parte posterior del ojo hay una zona, que carece de terminaciones nerviosas y que tapa parte de la retina, constituyendo un punto ciego que no registra las variaciones luminosas procedentes del cristalino y que crea una laguna en la información transmitida al cerebro. Esto nos sirve de metáfora y nos ayuda a explicar las dificultades que encontramos, a veces, para ver las cosas como son. Los puntos ciegos son muy tentadores para las personas sensibles al dolor. Pero lo cierto es que si se quiere ser feliz, uno no se debe mentir nunca a sí mismo. La razón es no querer afrontar la realidad. En verdad, las peores mentiras son las que nos decimos, puesto que nos impiden ver las cosas como son, limitando nuestro potencial. El pulpo es el único animal que carece de punto ciego. Por lo tanto, a no ser que nos consideremos un cefalópodo, conviene poner luz a nuestras zonas oscuras. H

*Psicólogo clínico

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