Los aficionados taurinos dieron ayer un ejemplo en Castellón del amor y la pasión que sienten por el toro. Fueron miles de gargantas las que inundaron las calles de la capital de la Plana para reivindicar una fiesta muy arraigada en las tradiciones y costumbres de esta tierra --y de toda España-- que se ve permanentemente amenazada. Castellón salió en defensa de su fiesta más querida, dijo sí a los toros y lo hizo de manera unánime y con el civismo propio de una afición pacífica, ante un minúsculo grupo de unos 20 intransigentes antitaurinos que se empeñaron en reventar la manifestación sin conseguirlo.

Récord a récord, la provincia demuestra su pasión por los toros. Los datos así lo avalan. El pasado año se cerró con 3.662 exhibiciones taurinas, 176 más que en el 2013 y nada menos que 1.000 más que en el 2008. Ni la tan temida crisis económica ha podido con los bous al carrer. Por eso tenía que ser Castellón quien liderase la multitudinaria manifestación en defensa de una fiesta tan nuestra con aficionados llegados de todos los rincones de la provincia y del país. Lástima que las figuras del toreo, los ganaderos de renombre que se llevan tanto dinero de los bous al carrer y los grandes empresarios no hayan estado a la altura y codo con codo con los aficionados.