CaixaBank se ha lanzado a una ambiciosa operación en Portugal con la opa presentada ayer sobre el 55,9% del capital que no controla del BPI, la cuarta entidad financiera lusa y la que, pese a sus dificultades, mejor ha pasado los recientes tests de estrés europeos. El paso dado por el banco español -supeditado a que los estatutos eliminen la limitación del derecho de voto al 20%- permitirá exportar las sinergias de desarrollo de la banca de futuro, en la perspectiva de crear un grupo bancario ibérico. CaixaBank conoce bien el BPI porque es socio mayoritario desde 1995. Pese a que la entidad recalca que el paso se explica en sí mismo, no hay que olvidar que Portugal subastará Novo Banco, la entidad resultante del saneamiento del Banco Espirito Santo, tras el fiasco del símbolo de las finanzas privadas del país. La consolidación de las posiciones con el control del BPI pondría a CaixaBank en una muy buena posición para competir con otras entidades europeas --Santader y BBVA incluidos-- por la codiciada pieza, que le permitiría convertirse en el primer grupo portugués.

La operación, además, se enmarca en la recomendación europea dentro del proceso de unión bancaria para que los grupos se expandan más allá de sus países, creando verdaderas entidades europeas.