¿Cómo puedo resistirme a comentar un titular como este? Ejecutado por haberse dormido. Esto ha ocurrido en Corea del Norte. Más sorpresas: ¡el ejecutado es el ministro de Defensa! Y lo han matado ante de cientos de personas. Y disparándole con una ametralladora antiaérea. El terrible delito cometido por esta alta autoridad es haberse dormido en un acto oficial. Yo entiendo al ministro. Las ceremonias oficiales, prolongadas y previsibles, predisponen a la somnolencia. Si hay gente que duerme en un cine, ¿cómo no dormirse durante un ritual fatigoso?

Pero el derecho al aburrimiento, que todos tenemos, va unido al deber de no demostrarlo. Ahora bien, una cosa es que alguien se duerma en una reunión de amigos y otra que un ministro de Defensa se ponga a dormir en un acto público y patriótico.

Considero que tiene mucho mérito conciliar el sueño manteniéndose de pie en una tribuna o rodeado de ruidosas marchas militares.

No puedo recordar quién dijo que dormir era una muerte temporal, pero en el caso del ministro norcoreano la muerte ha sido definitiva. Lo descubrieron, se ha dicho, porque tenía los ojos cerrados. Me parece una prueba discutible. Porque hay personas que los cierran para concentrarse. Una decisión que, en general, me parece más afectada que necesaria. Es sabido que ciertos regímenes tienen una tendencia a fusilar. Pero este caso es único: se ha fusilado el sueño. H

*Escritor