Con la llegada de septiembre, más 7 millones de alumnos vuelven a las aulas y recuperan las rutinas. Una de las formas de ayudar a nuestros hijos en el proceso de adaptación es tener charlas constructivas con respecto al colegio y lo que este significa: aprender, relacionarse socialmente, preparación para la vida, etc. Marcarse objetivos suele ayudar a comprometerse más y mejor con el colegio. No obstante, hemos de tener presente que no todos somos iguales, pues cada uno tiene habilidades y capacidades diferentes. Es tarea del docente y de los propios padres el intentar identificar el problema que esté afectando al menor, y que lo lleva a rendir poco, para ponerse en manos de un profesional si fuese necesario.

Los últimos avances en neurociencia han demostrado que un elemento esencial en el aprendizaje es la emoción. Sin emoción no hay curiosidad, no hay atención, y por lo tanto no hay aprendizaje. La atención es la función mental por la que nos concentramos en algo. Su base es afectiva, por lo que es directamente proporcional a la motivación. La importancia de la atención pues es extraordinaria, ya que únicamente percibimos aquellas cosas que se nos presentan o hacia las que nosotros dirigimos nuestro interés. Por lo tanto, la atención es el primer factor que influye en el rendimiento del estudiante y si existe una dificultad para mantenerla esto se verá reflejado en el resultado final. H

*Psicólogo clínico

(www.carloshidalgo.es)