Querido lector:

La Generalitat valenciana tiene un problema muy grave. Está en bancarrota total. Y por tanto intervenida por el Estado. Esta situación, reconocida por todos, va a condicionar y de qué manera la política valenciana en el futuro inmediato.

El problema no es nuevo. Lo advertía día sí, día también el president anterior del PP Alberto Fabra. Y el actual, Ximo Puig, no deja tampoco ni un día de decirlo, al igual que los consellers de su Gobierno, especialmente los del PSPV, más conscientes que sus socios (por lo que conocemos de los niveles de promesas realizados) de la penosa situación de las arcas autonómicas que no dejan margen para el gobierno.

Que la situación da para un buen argumentario político y electoral cara a los comicios generales de diciembre contra Rajoy, no lo niega nadie. Pero del mismo modo, eso no puede compensar las dificultades que la crítica situación plantea para las dos formaciones del Consell.

Lo que la líder del PP Isabel Bonig ha denominado “postureo” al criticar la acción de los primeros 100 días del Consell de Puig, no es otra cosa que la respuesta política de un Gobierno que no tiene fondos que administrar. Lo reconoció en su día el Consell del PP y lo reconoce todos los días Ximo Puig. Por ejemplo ayer al señalar que “está en cuestión la viabilidad del autogobierno” ya que “el 80% del presupuesto antes de aprobarse ya está gastado... en este momento el gobierno no es viable”.

De ahí que todas las acciones anunciadas en relación a políticas sociales, sanidad, educación, etc. hay que situarlas en stand by. Ni va a ser posible cumplir con la ejecución de los actuales presupuestos, ni mucho menos cumplir el objetivo de déficit, ni tampoco podrán elaborarse los de 2016 con garantías de viabilidad. Y eso es muy grave.

El día 6 habrá pleno sobre la financiación valenciana. Y seguro que todas las formaciones coincidirán en el desastre que tenemos. Pero la reivindicación de más financiación, más inversiones del Estado y de una reestructuración de la deuda no bastará. La solución será después de las generales. Y la espera desespera.