El Periódico Mediterráneo

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Eric Gras

PENSAMIENTOS DESDE EL RINCÓN

Eric Gras

La importancia de un mero signo gráfico de escritura

Nada más empezar la versión de diez mil palabras de su última novela El Retablo de no (Tropo), Luis Rodríguez deja entrever que si a una persona le cuentan una mentira y se la cree, y luego esta persona la comparte, la comparte como si fuera una verdad, creyéndola verdad. Digo esto porque yo me mentí a mí mismo la pasada semana, creyéndome que el título de la obra de Luis era El Retablo del no, en lugar de El Retablo de no. A algunos ese pequeño detalle les parecerá una soberana tontería, algo que no merece la más mínima atención, pero una simple letra, como esa «ele» que yo me inventé de la nada, puede cambiar todo un significado. 

La importancia de las palabras, de un mero signo gráfico dentro de un sistema de escritura, no debería tomarse a la ligera. La errata, pese a poseer cierto exotismo por su rareza, a veces suele ser demasiado inoportuna, y puede conducir a la incomprensión o producir más de un malentendido, lo cual es mejor evitar, porque si pensamos como Myriam Moscona y creemos que «la única forma de traducción que la memoria tiene a su alcance es el lenguaje» y nos equivocamos con ese lenguaje, significa que estamos engañando a nuestra memoria, y a la de todos.

La verdad, se dice, se puede alcanzar a través del lenguaje, aunque éste sea precario y oscuro. Es por ello que ruego me disculpe ustedes, lectores, por mi errata, y que me disculpe Luis Rodríguez por renombrar, de forma inconsciente, a su criatura.

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