Querido lector/a, te voy a contar una historia entre Carme Chacón y mi amigo Luismi porque, estos días, viene al cuento. Como decía, yo tenía un amigo --y aún tengo en la medida en que sus andanzas siguen presentes-- que se llamaba Luismi Blasco, de los Blasco de Artana de toda la vida --que dicho sea, no todos fueron trigo limpio-- . Como persona, que es lo que importa, era un tipo sin miedos ni complejos, agradable y abierto. Tanto, que aquellos que lo conocíamos sabíamos que no concebía la vida en solitario. Alguien que, en beneficio de lo único que era sagrado para él, la convivencia con sus amigos, era capaz de provocar el entendimiento de lo imposible. Un día de los que iba a visitarle cuando ya estaba enfermo de cáncer, al comentarle que me iba a Madrid a la Conferencia Política del PSOE, me dijo que si veía a Carme Chacón la saludara de su parte. Petición que, al venir de mi amigo del alma y sabiendo de su enfermedad, se convirtió en una obligación ética. No tuve que buscar ni implorar. La casualidad hizo que coincidiera en un restaurante. Me acerqué y le conté la circunstancia. Sin decir nada, cogió mi teléfono y le mandó un WhatsApp de esperanza. Al tiempo, buscó un folio y escribió «FORÇA LUISMI», se lo puso en el pecho y se hizo una foto con todos los de Castellón que por allí pululaban -incluida la alcaldesa Amparo Marco--.

Dos días después vino a interesarse por la reacción de Luismi y le trasladé aquello de: «Dile que si algún día es Presidenta del Gobierno, le solicitaré una visita a la Moncloa». Ella respondió: «Aceptada, sería una buena señal para Luismi». Querido lector/a, Carme Chacón se preocupó y complació a Luismi porque, posiblemente, sufriendo una cardiopatía, sabía de situaciones límite. En cualquier caso, la foto será el vivo recuerdo de dos personas que, cada uno a su manera, nos quisieron ayudar a conseguir una vida más agradable. Os recordaré siempre. DEP.

*Experto en extranjería