El atentado del jueves por la noche en los Campos Elíseos de París, que causó la muerte de un policía y heridas a otros dos agentes, aumenta aún más la incertidumbre ante la primera vuelta de las elecciones presidenciales francesas de mañana domingo. El ataque, reivindicado con sorprendente rapidez por el Estado Islámico, ha influido en el final de la campaña electoral, lo que sin duda buscaba su autor. Varios candidatos han suspendido sus últimos actos electorales, particularmente el representante de la derecha tradicional, François Fillon, lo que ha sido criticado por algunas voces que consideran que esta decisión hace el juego a los propios terroristas.

También hacen el juego a los terroristas exclamaciones como que Francia está en estado de guerra y otras similares. La realidad es que el Estado Islámico es una organización terrorista que ataca cuando puede y donde puede, pero eso no significa que esté librando una guerra contra Francia y mucho menos lo contrario.

En esta línea, la candidata del Frente Nacional, Marine Le Pen, se ha apresurado a intentar sacar provecho del atentado reclamando el cierre inmediato de las fronteras, como si los autores de la inmensa mayoría de los atentados no fueran franceses que viven en Francia. Otros candidatos han prometido el aumento inmediato del número de policías y, al mismo tiempo, el incremento de las medidas de seguridad.

Es lógico que el terrorismo sea una preocupación prioritaria en un país que ha sufrido más de 200 víctimas mortales en dos años, pero centrar el final de la campaña en la seguridad solo puede reforzar las posibilidades de Le Pen.

A la recta final han llegado cuatro candidatos casi con las mismas opciones de clasificarse para la ronda decisiva del 7 de mayo. Además de Le Pen, Emmanuel Macron, el candidato centrista que pretende superar el debate derecha-izquierda, pero que representa en cierta forma la continuidad del hollandismo, es el gran favorito. Pero en las últimas jornadas ha revivido Fillon, apoyado en su tenacidad y en la fuerza histórica de la derecha conservadora, y Jean-Luc Mélenchon se ha erigido en el depositario de la alternativa de izquierdas. Los sondeos son tan apretados que nadie puede asegurar qué dos candidatos pasarán a la segunda vuelta, una incertidumbre que acrecienta el atentado de los Campos Elíseos.