Y más amarga todavía le ha debido saber a la exconcejala y portavoz del PP en el Ayuntamiento de Madrid, Esperanza Aguirre, por el hecho que el que fuera su mano derecha durante la presidencia de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, le haya clavado el puñal por la espalda. Eso y el que, presuntamente, su propio partido le haya presionado a dimitir, en un intento, un tanto inútil, de lavar su imagen, tras tantos casos de corrupción. El juez que lleva la instrucción del caso Lezo, Eloy Velasco, tiene una lista de investigados que no han sido todavía llamados a declarar, entre ellos el exministro Eduardo Zaplana, quien algo tendrá que decir si González le propuso, según los medios, crear una compañía para blanquear el dinero en un paraíso fiscal. Mientras tanto, Esperanza dice dimitir por sentirse culpable de no haber vigilado adecuadamente a los que la rodeaban, con cargos de gran responsabilidad.

Todos o al menos la mayoría, hemos sido traicionados alguna vez, en el terreno profesional, político o social, por allegados en quienes confiábamos plenamente. El oportunismo, el recelo, el ansia de poder u otros motivos hacen que éstos últimos se comporten de forma ortodoxa, siendo el tiempo el encargado de poner las cosas en su sitio. Tiempo al tiempo. Todo llega.

Curiosamente, la retama, tan abundante en nuestro país y que masticamos a veces sin querer, es conocida, según la leyenda, por propiciar la inmortalidad, máxime si logramos obtener el pequeño bulbo al final de la raíz más fina, denominado “panacea”. De ahí que, quizás, valga la pena sufrir el sabor amargo con la esperanza de conseguir la inmortalidad, entendida por paz mental. Nada más.

La vida es difícil, no es una panacea, pero a veces… nunca se sabe.

*Secretaria provincial de Derechos Civiles del PSPV-PSOE Castellón