Querido/a lector/a, uno cree que vive en un país más o menos normal, en una democracia liberal y europea, pero un buen día, que pudo ser anteayer, se apercibe que el país no es tan normal o que las cosas están cambiando un poco. Así de claro lo digo y, además, no miento ni exagero, lo demuestro.

Anteayer, por ejemplo, abro el IPad y me encuentro que Villarejo, un excomisario de policía corrupto y en la cárcel, con secretos de las cloacas del Estado y el aliento y respaldo de la derecha, quiere hacer dimitir a una ministra y marcarle la agenda al Gobierno democrático. Al tiempo veo a un juez que, como si estuviésemos en la Edad Media, en la Inquisición, procesa a petición de abogados cristianos al actor Willy Toledo por insultos, o un par de tacos, a Dios y a la Virgen María. Por cierto, como lo dicho no es suficiente, también leo que Albert Rivera dice que se entiende con Manuel Valls y lo propone a la Alcaldía de Barcelona, porque el exprimer ministro francés es de izquierdas y Ciudadanos es un partido progresista. Al tiempo, veo a un PP que, con doble vara de medir, ahora da crédito a las basuras de Villarejo contra la ministra de Justicia y no se las dieron cuando afectaba a Corinna y a Juan Carlos Rey. Incluso, peor aún, olvidándose de que la segunda del ministro Catalá llamó a la juez del máster para saber de Casado, acusan de injerencia en la justicia cuando un ministro ha dicho que la cárcel de los líderes catalanes no ayuda a la solución del conflicto. En última instancia y como prueba definitiva de que algo está pasando, un obispo casi castellonense, Reig Pla, pide que se desobedezca al Papa, a Dios en la tierra, porque su Iglesia no tiene doctrina y es arbitraria. Querido/a lector/a, no hace mucho decía que las derechas se desmadraban. Posiblemente sea eso, que unos pierden el control y otros el oremus cuando pierden el poder o quieren conseguirlo. Es decir, casi siempre.

*Analista político