El domingo después de la Navidad celebramos la fiesta de la Sagrada Familia y, por esta razón, también la Jornada de la familia. En efecto: fue en el seno de una familia, la familia de Nazaret, formada por José, María y Jesús, donde fue acogido con gozo, donde nació pobre y humilde, donde creció y se educó Jesús, el Hijo de Dios, hecho hombre, obediente a Dios, y a María y José.

La Sagrada Familia es un hogar en que cada uno de sus integrantes vive el designio amoroso de Dios para con cada uno de ellos: José vive la llamada de Dios a ser esposo y padre; María, la de esposa y madre; y Jesús, Hijo de Dios, su llamada y misión de enviado para salvar a los hombres. En este hogar es donde Jesús pudo educarse y formarse para la misión recibida de Dios. La Sagrada Familia es una escuela de amor y de acogida recíprocos, de diálogo y de comprensión mutua; la sagrada Familia es una escuela de oración y apertura a Dios, el fundamento de su vida cotidiana.

La Sagrada Familia es el modelo donde las familias cristianas pueden encontrar la luz para vivir de acuerdo con la vocación que han recibido. El mejor servicio que podemos hacer hoy a la familia cristiana es ayudarle a recuperar y potenciar su original sentido natural y cristiano. Necesitamos que la familia cristiana descubra su ser y misión. La familia cristiana es una comunidad de fe, esperanza y amor; una comunidad donde se comparte, se ama, se trabaja, se crea esperanza, se vive y se transmite la fe. La familia comparte con Dios la obra de procrear y educar a los hijos. La familia cristiana, formada por los padres e hijos, hermanos y abuelos, es una iglesia doméstica. Que en esta Navidad, nuestras familias cristianas comprendan que, a pesar de las dificultades y problemas de la vida, lo único que la salva acoger el plan de Dios y vivir la armonía y la paz del hogar. Luchar día a día dará su fruto y tendrá su premio.

*Obispo de Segorbe-Castellón