Aunque éstos sean los últimos versos que yo le escribo… Así despedía Pablo Neruda su poema Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Y así me siento despidiendo esta columna. Son décadas de palabras en estas páginas, en este periódico que es mi casa desde los años ochenta. Mis artículos han ido creciendo y encadenándose durante este tiempo. Comencé a escribir columnas en 1981, en la última página, junto a otro periodista. Firmábamos con el seudónimo Pablo Hernández. Por Neruda y Miguel Hernández. Sin coordinarnos escribíamos cada uno la mitad del articulo que, después, se componía camino a la rotativa. Después llegaron las Cartas a Niurka, una correspondencia real entre una querida amiga y música cubana que cada semana nos unía analizando realidades diferentes pero paralelas desde la mirada femenina. También llegó más adelante El cráter de Marte, una columna en el suplemento Quaderns. El cráter tenía que ver con el nombre de «Morella» que recibió un nuevo cráter descubierto en el planeta hermano. Y Los Lunes al Sol llegaron en un momento de largo desempleo, de ahí el título.

Toda una vida ligada al primer periódico de Castellón, ese rotativo donde crecieron mi profesión y mis sueños. Ahora, cambio de cabecera, pero no abandono porque siempre estaré ligada a estos espacios periodísticos a los que espero regresar en algún momento. Desde mis columnas he perseguido un mundo mejor, una sociedad más tolerante, justa y solidaria. He lanzado proclamas y he escrito sobre los sentimientos que deben unirnos. He denunciado injusticias y la mala política. He hablado de las personas, de la gente corriente que lucha cada día por sobrevivir en este mundo hostil. Y he hablado mucho de las mujeres, de sus vidas y de sus muertes, del feminismo, con la necesidad de visibilizar y defender a más de la mitad de la población. Con la necesidad de reivindicar la felicidad de las mujeres frente al machismo, la violencia y los grupos de poder que pretenden frenar cualquier avance hacia la igualdad. He escrito casi siempre desde las profundidades anímicas, sobre raíces humanas y culturas propias. Y he gritado muchas semanas defendiendo a los parias de la tierra, al pueblo palestino y saharaui, a los refugiados, a las personas vulnerables, sin voz y castigadas por el incesante desequilibrio económico y social. Agradezco ser periodista y poder contar las cosas que pasan, y qué sienten las personas. Agradezco a Mediterráneo estos espacios abiertos, bellos y cálidos que siempre he habitado.

*Periodista